sábado, 28 de noviembre de 2015

Nuestra Experiencia en la Piscina

Hola a tod@s!!
El sábado pasado comenzamos una nueva aventura, la PISCINA, el renacuajo es el más pequeñín y por tanto el que menos actividades puede desarrollar en la piscina. Básicamente nuestro principal objetivo es familiarizarnos con el agua, no tenerle miedo e irnos separando de mamá poco a poco. Voy a contar un poco como fueron estos dos días que nos estrenamos en la pisci.
Día 1:
Todo hay que decirlo y el primer día iba un poco dubitativa, no sabía muy bien como funcionaba la cosa y andaba algo desorientada, llegué a meterme en el vestuario de los hombres, en resumen un desastre. El peque se portó muy bien, al principio no le gustaba mucho la idea, el agua estaba bastante "fresquita" definitivamente no era como la del baño de casa, pero la iba soportando, eso si muy pegadito al cuerpo de mamá y con patitos de por medio, que no falten los juguetes para llevar a la boca. Conseguimos que poco a poco aceptara el agua sin llorar y se soltara un poquitín más. La que se olvidó de nadar fue la menda, estaba tan concentrada en sujetar al niño bien que casi me hundo, si tiene gracia, casi me hundo en una piscina en la que el agua me llegaba por la cintura, pero he de decir a mi favor que iba de rodillas y no me di cuenta del desnivel de la piscina, soy un puro desastre. Total preocuparse tanto por sujetar al niño para que luego llegue la monitora lo suelte y me diga ¿ves? flota, no hace falta que lo agarres tanto. En fin entre una cosa y otra la clase se paso rápido, son solo 45 minutos, pero suficientes para que el baby saliera con los piececillos arrugados, totalmente arrugados. La peor parte vino después, a la hora de cambiarnos de nuevo, al renacuajo no le gusta nada la ducha, no está acostumbrado a la alcachofa y le da miedo el ruido del agua y lo bruscamente que cae. Eso y que me faltaban manos, para sacarle el bañador. enjabonarle y un largo etc. Los llantos se escuchaban hasta en la entrada de la piscina. Un alma caritativa me sujeto al baby mientras yo me vestía, gracias a eso pude cambiarme porque sino creo que saldría en pelota picada. Mi consuelo fue que el primer día siempre es para aprender.
Día 2:
El siguiente sábado ya iba más preparada, llevaba todo lo necesario para no sufrir ningún contratiempo, la mejor idea que pude tener es llevar al bebé en el cochecito, por lo menos podía cambiarme con tranquilidad y no a correr, he de confesar que el día anterior no me puse ni los calcetines de lo agobiada que iba. Esta vez ya llevaba estudiados hasta los desniveles de la piscina, ya veis me volví chica previsora. El renacuajo ya se sentía mucho más seguro en el agua, de hecho no estuvo prácticamente nada pegado a mi, excepto ciertos momentos en los que se cansaba de chapotear. La monitora me dijo que había niños que se pasaban llorando días y días en el agua, gracias a dios este no era el caso, por tanto decidió probar algo nuevo, le sumergió la cabecita en el agua completamente, la verdad es que yo estaba temblando de miedo, pero hay que ver la influencia que tenemos las mamás en los peques, intenté mostrarme lo más tranquila posible, lo más natural y sobre todo que no faltase el refuerzo positivo, pasase lo que pasase, llorase o no, el muy bien mi amor que bien lo haces estaba en mi boca todo el tiempo, parecía la receta mágica, el me miraba a  mi y si me veía sonriente y diciéndole muy bien ni se inmutaba, tragaba un poco de agua pero oye volvía otra vez sin rechistar, el peor error que puedes cometer es compadecerte de él. El siguiente progreso fue dejarlo solito en el agua, sin apoyo, sin agarrarlo, obviamente rodeado de manguitos y flotadores, el flotaba de espaldas, miraba el techo y se reía, era el angelito bueno que vino a visitarlo, siempre aparece, nunca lo deja solo. El problema venía boca arriba, al ser tan pequeñín no se sostenía bien se iba para delante, parece ser que  los bebés menores de un año aun no tienen esa estabilidad necesaria. Normal, no la tienen fuera del agua no la van a tener dentro. Poco a poco me fui animando a soltarlo, con los brazos cerca de el por supuesto, tan atrevida no soy. Para mi sorpresa el peque estaba encantado, estaba en su salsa, el mismo me pedía marcha, si lo veis pataleando, y moviendo los brazos os quedáis con la boca abierta como yo, se movía solito, era completamente alucinante, papá nos miraba desde fuera boquiabierto. Cuando se cansaba el mismo buscaba mi apoyo. La monitora nos comentó que moviera así las piernas en el agua y se mantuviera solito, aunque fuera un rato chiquitín le ayudaba a adquirir esa confianza que necesitan los bebés cuando empiezan a caminar, y le costaría menos tenerla fuera del agua. El agua le da la vida a este renacuajo, bueno a este y a todos, así qué si tenéis algún bebe os animo a que probéis esta experiencia, es súper gratificante ver como tu pequeño va creciendo, se va superando a sí mismo y adquiriendo nuevos conocimientos.

Estamos deseando que llegue el próximo sábado, os iremos contando por aquí;)

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