jueves, 2 de julio de 2015

Recordando los primeros dias de vida del renacuajo

Pronto nos quedamos los tres solos, una enfermera vino a ponerme al pecho al niño, sin exito, me hacia un daño terrible, pero soportable aun, al final de la toma acabe con ese pecho morado, pero segun aquella enfermera tan agradable, ironicamente por supuesto, era normal el dolor, mando a mi pareja controlar que el suero me gotease correctamente y darle un bibe al niño por si no le llegaba la leche del pecho, no hizo falta.
Lo primero que me pregunto la enfermera cuando me vio fue mi edad, me veia demasiado joven, lo segundo que estudiaba y lo tercero lo valiente que habia sido al tener al niño, que muchas otras personas hubieran abortado, despues se marcho y hasta las tres horas no aparecio de nuevo, me ayudo a levantar junto a otra enfermera, me llevaron al baño para que meara y pusieron una braga desechable y unas compresas, me cambiaron la cama encharcada de sangre, la verdad es que no paraba de sangrar, asi tengo la anemia que tengo, me volvi a acostar, parece que sangraba menos, me mandaron descansar pero no podia dormir, miraba al niño, como respiraba me asustaba pese a ser lo normal, al final me dormi un ratito, sabía que mi pareja permanecería despierto toda la noche controlando todo. Una anécdota curiosa que siempre recordare de esa noche es la primera caquita de Mateo, el famoso meconio, negro como el chapapote, súper pegadizo y pastoso, nos gastamos un paquete de toallitas entero en limpiarle bien el culito, y como no teníamos más estuvimos toda la noche rezando para que no se ensuciara otra vez. Al día siguiente estaba deseando que llegara mi madre, la noche anterior no le había dado casi ni tiempo a ver al niño, me hacia mucha ilusión que conociera a su nieto, limpito ya, más ilusión le hacía a ella, se le notaba un brillo especial en los ojos, estaba orgullosa de lo precioso que era su nieto, y por supuesto lo sigue siendo. Me daba seguridad que estuviera allí, además mi pareja se iba a descansar por la mañana, y no me hacia la idea de quedarme sola, aún no me atrevía a levantarme de la cama sin ayuda, me daba la sensación de que me iba a caer o no iba a poder andar, los puntos me tiraban, y la almorrana que tenía, más bien el racimo de uvas no ayudaban para nada, al levantarme me ardían los oídos, me pitaban, y me sentía inestable, tal vez eso fuera sintoma de la anemia que me diagnosticarían días después, mi madre me ayudo a ducharme, la sangre corría por mis piernas, me asombraba, entro una enfermera en el baño y la echo fuera, la doctora iba a pasar, menuda bordé la señora, me llamo inútil literalmente, que no estaba operada que podía valerme sola, flipante, la doctora me receto una crema para la almorrana y ponerle hielo 3 veces al día, poco después llegó mi abuela, coleo un poco al niño hasta que le entró el hambre, y ahí empezó mi suplicio, el renacuajo no se enganchaba, lo acercaba a la teta y se ponía a llorar, en esos momentos mi desesperación era máxima, temía que tuviera hambre y no fuera capaz de darle de comer, tan rallada estaba que al día siguiente al mediodía quise pedir un biberón, doy gracias a que no me lo dieran, la enfermera me explico que era normal que las 24 horas después al parto el bebe entrara en una etapa de vagueza mezclada con sueño, que desaparecería 24 horas después, y así fue. Ese día vino Elena a verme por la tarde, yo me encontraba fatal me dolían los riñones muchísimo, no sabía como colocarme para dormir, di miles de vueltas en la cama hasta que al fin me quede dormida, esa misma tarde tuve compañera de habitación, había tenido una niña. La noche fue terrible, la niña no paraba de llorar, era imposible dormir, cuando el renacuajo lloraba mi pareja me lo colocaba en el pecho y se quedaba dormido, y yo con el, mi pareja vigilaba que no se me escapase de las manos. Parecía que mi calor, el latido de mi corazón le tranquilizaba. Llego la mañana y con ella mi madre, me hicieron una analítica y pasó la doctora, todo marchaba correctamente, dependiendo de los resultados de la analítica me darían el alta el jueves o no. Se llevaron al peque al baño diario, lo agradecí, pude descansar un rato y me lo trajeron súper relajado. Como todos los días, vino mi abuelo, mi tía, mi tío, mi padre, mis primos, y la madre de mi pareja, el día se pasaba bastante rápido, lo peor era la noche, el pequeño comía más a menudo y me dolían un montón los pechos, tan fuerte era el dolor que la noche siguiente dado que no me dieron el alta me puse las pezoneras, me salvaron la vida. El jueves me pusieron una bolsa de hierro, y el sábado me pondrían la otra, eso significaba quedarme allí dos días más, cuando me lo comunicó la doctora se me vino todo encima, quería irme, no aguantaba más allí, me dolía todo, estaba harta de la comida y quería ducharme en condiciones, me eche a llorar antes de que llegarán de nuevo mi pareja y mi madre, me pase llorando bastante rato sin que nadie se diera cuenta. Al ponerme el hierro tuvieron que cambiarme la vía, que mal lo pase, la sangre borbotaba por todos lados, se manchó la cama, el suelo y mi brazo. El peor día sin duda fue ese, el viernes tampoco fue un gran día pero me quedaba el consuelo de que el sábado salía. Por fin llego el sábado, y con el la vuelta a casa, la tensión me había dado algo alta, yo ya pensaba que no saldria de allí nunca, también me atemorizaba que no le dieran el alta al niño, estaba un poco amarillo y no sabía que me iban a decir, pero todo salió bien y a las tres de la tarde estábamos saliendo por la puerta, le deje la habitación libre a la nueva chica que había subido ese mismo día, la pobre venía sin el bebe, lo habían sacado con ventosa y lo estaban monitorizando, pensé lo afortunada que había sido yo, me hubiera dado algo si me separan de mi bebe al nacer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario